Y ahora busco releerte queriendo estudiarte. No quiero ya que me cuenten cuentos. Busco en ellos el trasfondo, lo que hay de tu mente puesta en las historias. Es que perdí el encanto del simple entretenimiento, estoy buscando algo más detrás de las cosas, un modo de vida, de ver, de pensar, de actuar, una nueva melodía en torno a la cuál moverse. Eso es lo que me atrae de la gente y sus historias, eso es lo que me gusta de leerte o escucharte. Ya no estoy pensando en cómo enhebras las conjugaciones olímpicamente, me gusta dejarme llevar por el olor de las habitaciones que saboreas cuando contas una y otra vez los mismos pasos que diste o creíste dar, o das en sueños. Agarro tu libro y le saco punta al lápiz, lo ojeo cuál apunte, lo subrayo. Estoy descifrando la ecuación de tu alma, que siempre da infinito sobre infinito.